lunes, 25 de octubre de 2010

:)

A veces me parece que todo está sucio. Si me paro a contemplar no veo nada que se libre de ese hedor que emana siempre de lo falso o de lo feo. Todo está tocado por la necesidad de aparentar, y es imposible salir de ello. La ropa, la postura, los gestos, los gustos, lo que se dice y se hace, todo parece falso.

Te gusta lo que te dicen que te tiene que gustar, y esto es así por necesidad, o imposibilidad de que sea de otra manera. Conoces lo que se te da a conocer, lo que se te permite conocer. No somos más que títeres de nuestra maldita naturaleza social. Como los putos perros, nos amoldamos a los demás por cuestión de supervivencia, y movemos o escondemos el rabo entre las piernas a tenor de lo que se nos dice que hagamos. Y cada vez estamos más contaminados. Gracias a internet, redes sociales, y las cámaras digitales, a parte de haber acabado con toda la magia que las fotos pudieran tener hace no tanto, ahora tenemos en cada segundo de nuestras vidas un autoservicio de comida rápida de primeras impresiones que nos empacha irremediablemente el juicio y el sentido común y nos infarta cualquier tipo de naturalidad o sinceridad que pudieramos tener. Y este es solo un ejemplo más.

Da la sensación de formar parte de una carrera formada por moscas luchando por ser las primeras en llegar a la gran mierda. Y cuando me paro y veo esto, no puedo evitar hacerlo desde el desprecio más profundo. No dirigido a alguien, que también, si no dirigido a todo. Y me entran arcadas cuanto más cerca lo noto. Y pienso en irme al monte a hacer ejercicio, respirar, leer, y ver a los pájaros volar de aquí para allá, y no volver a hablar nunca jamás. Silencio y paz.

Y es que nada tiene alma ya. Nada vale, nada es. Todo tiene tintes de comercial, de ser forzado. Es aburrídisimo. Nadie cumple su palabra. Antes criticaba al honor medieval y a los estúpidos que daban su vida por un concepto tan flojo, vanidoso, y egocéntrico, pero joder, hoy la gente se esfuerza por escupir a su propio honor en la cara y luego follárselo por detrás. Aquellos, por lo menos, creían en algo. Pero este párrafo no venía al cuento

El tema es que, al final, siempre vuelvo a recobrar el aliento, me levanto, y salgo zumbando, para volver a correr en busca de la gran mierda, junto con todos los demás, confiando en ser el primero en llegar, para poder elegir, y darme un bonito festín.

jueves, 21 de octubre de 2010

Sencillo

De pequeño me lo pasaba genial por las tardes. Las mañanas estaban bien, caóticas, con otros niños pequeños atontados como tú correteando por ahí, y todo eso...pero las tardes eran simplemente perfectas.

A la salida de clase, me solía recoger mi padre. Me encantaba volver a casa con mi padre. Era lo que yo quería ser. Me encantaba hablar con él, y contarle lo que había hecho en el recreo. De pequeño era bueno jugando al fútbol, y se lo contaba. Sé que a él le encantaba también.

Al llegar a casa, mi padre me hacía la merienda, a la vez que se hacía la suya, y en seguida me la traía en una bandeja a mi habitación. Cereales de chocolate, leche, y alguna serie de dibujos animados, probablemente en La 2, ¿Qué más se puede pedir?. Al terminar de merendar, seguía viendo la tele, y los días que tenía suerte, me dejaban comerme unas palomitas al microondas más tarde. Luego, venía la decisión más difícil del día. La cosa estaba entre jugar a la videoconsola, seguir viendo la tele, está vez el canal plus en abierto, alguna serie como la de las gárgolas, que me encantaba, o, jugar con mi hermano al fútbol en el pasillo de casa. Cuando jugábamos, a veces le dábamos con la pelota sin querer al interruptor general de la luz de casa, y nos quedábamos a oscuras. Entonces, nos asustábamos mucho, porque mi padre trabajaba con su ordenador y perdía lo hecho, y nos echaba la bronca. Aunque luego, en realidad, no se enfadaba mucho, y no sabía por qué. Otras veces, dábamos a unas figuritas de cristal que había a un lado de la pared, y la que se enfadaba era mi madre, aunque misteriosamente nunca se llegaban a romper. Lo que no sé es por qué nunca tapamos el interruptor, o cambiamos las figuritas de sitio, si siempre les acabábamos dando.

Júgabamos horas con el balón de plástico, chutando "de campo a campo", teniendo como porterías la puerta del salón, y la de la cocina, que era translúcida, y dejaba ver la silueta de mi madre mientras ésta hacía nuestra cena. Cuando los platos empezaban a viajar desde la cocina hasta la mesa del salón, sabíamos que el partido estaba apunto de acabar, si es que no había acabado antes ya por alguna desafortunada patada a alguna de las paredes o algúna rabieta mía por ir perdiendo.

Después, cenábamos, algo rico normalmente. Terminaba, leia algún libro, y me iba a dormir, satisfecho cómo nunca. Feliz.

A veces consigo volver a sentirme así. Hoy, después de merendar, por ejemplo.
Me he tumbado en el sillón del salón, después de merendar, tapado con una manta, y he seguido viendo la serie Scrubs, que me encanta. Echaban un montón de capítulos, como cuatro seguidos, y cuando me he dado cuenta de todo el tiempo que tenía para estar ahí, he sido simplemente feliz.

Mañana, tengo un examen y una lectura a entregar, y no he empezado ninguna de las dos, pero ahora no me importa. Me siento simplemente feliz. Me quedaría para siempre aquí. Que más da lo demás....Creo que de mayor, puedo ser feliz.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Una de miedo

Ahora mismo estoy en una película de miedo. Han acontecido asesinatos extraños a mi alrededor, y yo y un grupo de amigos estamos seguros de que algo sobrenatural y maligno está detrás de todo el asunto. De hecho, lo más probable es que nosotros seamos la causa de la liberación de tal fuerza, y más en específico, lo soy yo, que fui el artífice de cierta fatídica idea. Vamos, lo típico.

Ahora, estoy solo, en mi habitación, y he oído ciertos ruidos demasiado extraños en el salón. De repente, la minicadena se enciende sola, y empieza a sonar la música desde los altavoces, en concreto, una canción cuya letra da lugar a dobles sentidos concernientes a asesinatos, sangre, dolor y amor.

Con todo esto que os he contado, lo más lógico, sería no ir al salón. Encerrarme en mi habitación y llamar a la policía. Gritar por el patio ayuda, o salir de casa y correr escaleras abajo hasta estar en la calle, rodeado de gente, donde los fantasmas no aparecen. Hacer cualquier cosa, menos ir al salón a comprobar que en realidad esos ruidos no son nada.

Claro, es muy fácil decirlo, pero cuando es uno el que está dentro de la película...¿Adivinais que hace?

lunes, 14 de junio de 2010

Virgen

Dicen que siempre hay una primera vez. Y yo creo que es verdad. La primera vez que lloras. La primera vez que te enamoras. La primera vez que follas. La primera vez que mueres. Y asi, un monton de primeras veces más. Tan claves, todas ellas.

Las primeras veces, estan bien. Pero lo que no me dijeron, es que podia haber solo primeras veces. Y es que yo, cada dia, me vuelvo virgen. Vuelvo a los principios, a mis primeras veces, y no sé por qué ni como, pero simplemente lo hago. Cada dia es una nueva primera vez para mi, por raro que esto pueda sonar. Y así, cada mañana, vivo una nueva y vieja primera vez. Cada mañana es la primera vez en la que empezaré a ser ordenado. El primer dia de otros tantos en los que no fumaré. La primera vez de otras que llegarán, en la que empezaré a ser responsable, a llevar una rutina, a saber cuidar de mi mismo, a pensar y actuar con respecto a lo que pienso. La primera vez en muchas cosas de esas.

Pero claro, las primeras veces, tienen algo en común. Si las primeras veces no tuvieran nada en común, no serían primeras veces, serían una vaca, una silla, y una manzana.

¿Que qué tienen en común? Que suelen ser exageradas, bochornosas, dificiles, bonitas...Impactantes, normalmente. Por falta de experiencia en el asunto. Y algo común, en las primeras veces, es no hacerlo del todo bien. Como cuando follas, por primera vez, y te corres, pero ella no. No has acabado el trabajo. Pues yo, me corro antes de tiempo todos los dias, como buen virgen que soy cada mañana. Cada mañana, fumo antes de terminar de no fumar en ese dia. Me jodo antes de terminar de cuidarme, me hundo antes de terminar de subir, y asi, sucesivamente.

Y es una gran putada. No sé donde me dejé el nudo y el desarrollo de mis principios, de mis primeras veces, pero tendré que buscarlo. Donde, eso ya es mas dificil. Si mi problema fuera realmente la eyaculación precoz, le preguntaría a Pelé, que de estas cosas sabe mucho, pero de nudos y desenlaces, no se, no se....

Por lo menos, tengo muchas oportunidades, y es que, quien no se consuela, es porque no quiere, el muy gilipollas. Supongo, que, mientras mañana no sea la primera vez en la que no me planteo mas primeras veces, sigue habiendo esperanza. Supongo.

domingo, 30 de mayo de 2010

Victima

De bromas pesadas

martes, 25 de mayo de 2010

Adiós

Solo fueron eso. Palabras. Palabras como las demas, con las mismas letras del abecedario que todas las demás. Igual de perecederas que los momentos a los que pertenecieron. Momentos, solo eso. Pequeños, fugaces. Pero te empeñas en darlos trascendencia. Te agarras a ellos tanto tiempo después, cuando dejaron de existir en el mismo instante en el que ocurrieron. Fueron eso, y nada más. Nada más. Ni si quiera eres capaz de dibujarlos fielmente en tu recuerdo. Y aunque pudieras, que te aportaría. Nada. Recordarlos es solo una pérdida de tiempo. Una mala pesadilla, deformada por nuestra estupidez, nuestro egoísmo, y nuestra inmadurez. Recordar no es vivir. No se le parece en nada. Es como masturbarse y pretender sentir lo mismo que al echar un polvo. Frustrante y ridículo.

Lo que fue, fue. Y no es, ni será. Es imposible. Fue, y punto. No es tan dificil de entender. Pero tu has querido llevar la contraria a toda lógica durante demasiado tiempo. Has decidido definirte como persona a partir de algo tan poco tangible, tan transitorio, y tan ridículo, que has perdido todo el sentido común que antes tenías. Palabras, acciones, sentimientos. Todo forma parte del tiempo. Todo es humo, ambiguo, cambiante, inestable. Nos cuesta tan poco verlo cuando somos nosotros, pero nos cuesta tanto cuando nos pasa a nosotros. Somos tan tontos. Pero ya no más. Se acabó.

Fue un momento largo. Fue un momento bueno. Pero fue eso. Fue, y ya esta. Y ahora es, y luego, será. Y por eso ya no me preocupo más. Creo que estoy tranquilo. He sido estúpido, pero ya no más. Es como si estuviera triste todo el rato por no estar eufórico las 24 horas del dia. Ridiculo, irreal, imposible.

Me he dado cuenta de que jamás tuve la posibilidad de alargarte. De que todo cambia. Solo fueron eso, palabras. Palabras de las que queda el eco. Pero el eco, no es lo mismo que las palabras, igual que el tú que yo recuerdo, que no es ni la sombra de lo que fuiste, ni de lo que ya no eres. Y ahora lo sé. Por fin sé como acaba esto. Por fin me doy cuenta de que me salté el final, hace tantisimo tiempo. Pero hoy lo cierro. Y ya no hay más intriga, no hay mas duda, no hay más oscuridad. Hoy sé que ya acabé. Así que, supongo, que puedo empezar otra cosa.

He descubierto que sigo respirando. Como lo hacia antes, lo hago ahora, y lo haré despues. Es lo único que no cambia. Respiro. Respiro igual. Vivo igual. Y cuando deje de hacerlo, ahi se quedará, como todo lo demás. Pero mientras, habrá que avanzar. Seguir respirando. Seguir viviendo. Pasar mas momentos. Momentos. Nada más.

Solo fueron eso. Gracias. Adiós.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Como a unas 15

Ya está. Terminó. Acababa por fin de poner el último nombre de esa lista improvisada. Ya iba a poder responder con exactitud a la mítica pregunta. No la había hecho por fardar, ni había sido algo premeditado, pero la conversación con su amigo le sugirió tal idea. Al fin y al cabo, tampoco estaba mal hacer una lista de todas las mujeres a las que se había follado, si solo la iba a ver él y nadie más. Y que coño, nunca viene mal tener clara esa cifra en una noche de borrachera en la casa de un amigo. En realidad era culpa de los putos deberes de matemáticas. No había quien se concentrase con ellos.

Volvió a mirar la lista de nombres, ahí, puestos en columna, rodeados por un montón de cuentas e integrales, erroneas todas ellas. Empezó a leerla, asimilandola un poquito más. La verdad es que no era muy larga. Era normal. Incluso le gustaría que fuera algo más corta, total, de algunas no se acordaba ni intentandolo, y de otras, mejor no acordarse. Ahora, otras estaban bien, joder, no hay que pasarse.

Pero algo le llamó la atención. Había un nombre que destacaba sobre los demás. No había puesto cuidado en la escritura de ninguno, casi ni miraba al papel mientras hacía la lista, solo recordaba, y su mano, se movía. No entendia, entonces, el por qué de las diferencias en ese nombre. O quizás sí.

Lilian. Ahi estaba, limpio, recto, y sobretodo, con la primera letra en mayúscula. Era el único que tenía la primera letra mayúscula. Siempre hacía lo mismo. En listas, en examenes de geografía, y similares, por alguna extraña razón, siempre se le olvidaba poner la mayúscula al principio. Le pasaba en todo lo que no fueran escritos. Siempre. Menos esta vez. Lilian. No podia ser otra. Se acordó de algo que decía su profesor de primaria "Pepe va con mayúscula, porque no es un burro". Que gilipollez. Pero le sirvió para aprenderselo bien en su momento. No sabía porque le venía esa frase a la cabeza.

Lilian. No era bueno acordarse de ella ahora. No era su intención. El inconsciente, tan sincero como siempre, le había jugado una mala pasada, pero él, que era muy listo, se hizo el tonto, y siguió haciendo cuentas.

Volvió a hacer una integral, esa que rodeaba la famosa lista, y que tantas veces había repetido. Tardó 20 minutos, pero, por fin, llegó a un resultado, y tenía buena pinta. Lo cotejó con el resultado dado por el profesor. Mal. Otra vez mal. No había hecho una sola cuenta bien en las 5 horas que llevaba ahí plantado. O eso le parecía a él. Era pronto todavia, pero no merecía la pena, asi que decidió recoger, y dormirse. Prefería suspender despierto y tranquilo, que dormido y de mala hostia.

Recogió todo. Echó un último vistazo antes de dormirse. ¿Tenia todo? Malo sería que no hubiera guardado el DNI en la mochila. Mientras revisaba, volvió a ver su lista, ahí, sola, encima de la mesa. La guardó con cariño en cierto cajón, y tranquilo, se acostó.

No tenia muy claro por qué guardaba eso, pero le gustaba. Le hizo sentir seguro, a salvo. Lilian. Hacía mucho tiempo de eso ya. Respiró hondo. Lilian. "Mierda", pensó. Se le acaba de olvidar a cuantas se había follado. ¿Eran catorce? ¿Dieciseis? Mañana lo miraría otra vez. O mejor no. Así es más bonito...

miércoles, 12 de mayo de 2010

Sentido

Hoy he llegado a la conclusión de que soy totalmente superficial. Superficial a todas luces, con todas las letras de la palabra. Ni "lo importante es lo de dentro", ni poyadas de esas, todo eso es mentira. Llámame superficial de mierda si quieres, sí. Pero no es culpa mía.

Siempre lo había sospechado, pero hoy por fin me he convencido de ello. Y el caso es que, he tardado demasiado en darme cuenta, aun a pesar de que mi superficialidad era lo que me daba razones para levantarme de la cama todos estos años. Me daba razones para seguir, para mejorar, para vivir. De la razón de mi superficialidad se extrapolaba el sentido que yo le he dado a mi vida todo este tiempo. Y hasta hoy no lo he descubierto, pese a vivir con respecto a ello.

Y vale, he tardado mucho, pero en realidad, no habría sido dificil verlo, si me hubiera fijado más atentamente antes. La respuesta al por qué, simplemente estaba ahí, delante de mis narices, presente en el dia a día, y yo, como un imbecil, no supe verla, leerla, interpretarla, ni aprenderla, pero solo el mero eco de la misma ya era suficiente como para darme un poquito de sabiduría, a pesar de mi tremenda ignorancia, y seguir animandome a buscarla.

Y ha sido culpa tuya. Como siempre. Tantas veces he hablado de ti, y tantas veces te he despreciado sin darme cuenta. Pero una vez más, has sido tú.

Es como si la belleza del mundo se canalizara a través de ti y de cada uno de tus gestos. Es como si todos esos conceptos bonitos que no vemos, los del bien, la felicidad, la bondad, y demás, se hicieran realidad en ti, como si fueras la imagen que hace palpable el recuerdo, el video de una historia, la prueba de un hecho. Eres la verdad que confirma una realidad mucho más grande, y, sin embargo, tú, en tu singularidad, eres mucho más valiosa que todo eso que representas, al ser tú su principio y su final, la prueba de su veracidad, el sentido de aquello de lo que tu eres bandera.

Y lo mejor de todo, es que no puedes evitar serlo. No lo haces a propósito, ni posiblemente podrías dejar de hacerlo aunque quisieras. Simplemente lo eres, porque lo eres. Eres algo tan grande que tú misma eres el sentido de tu propia existencia. Como lo es la vida. Como lo debería ser el hombre. Por esto, eres incorrompible, irrefutable, innegable e incuestionable. O al menos, lo es lo que tu expresas, lo que transformas en hechos, lo que en ti se convierte en carne.

Y no puedes evitarlo. No puedes evitar expresar todo eso. Para saberlo basta con observar tu simple sonrisa de niña pequeña, tan ingenua por su sinceridad. O cada postura que pones, como cuando tienes frío, y te encoges. O cada gesto que haces cuando interpretas, cuentas, o explicas. Cada mirada a los ojos, como casi sin darle importancia. Como tu actitud, pausada, triste, jovial cuando quieres. Como tu.

Basta con observarte. Cada aspecto de ti es pura plasticidad. Es la acción de la belleza, y no solo sus palabras. Eres todo eso. Y estabas delante mío todo este tiempo, poniendomelo fácil, pero quizá yo no estaba preparado para verte. Quizá no estaba preparado para apreciarte. Pero ahora sé lo que busco. Sé que existes, y sé que mereces la pena. Aunque sea solo para observarte, merece la pena levantarse de la cama cada día, cada mañana.

La belleza es el sentido, y por ello, tú, eres el mío. Llámame superficial, si quieres.

lunes, 3 de mayo de 2010

Calor

Nada más entrar le acarició una sensación de calor reparadora, extremadamente agradable. Era un calor conocido, envolvente, suave, casi cariñoso. Podia notar como le recorría cada parte de su cuerpo hasta encontrarse enteramente sumergido en él.

Atrás quedaba el frío de la calle, la pesadumbre de las travesías grises de la ciudad que ese día había recorrido las suficientes veces como para no saber encontrarlas un mísero adjetivo bonito. Atrás quedaba ese viento cortante que juega a congelarte el alma, esa rapidez del dia a dia tan intimidante por su sin sentido, ese sentimiento de incomodidad perpetuo típico de los días precedidos por una muy mala noche.

No habia sido un dia malo, solo un dia duro. Un dia necesario, y duro. Pero ese día duro, se había quedado atrás, fuera, al otro lado de la puerta. Ahora solo habia calor.

Ya no le pesaba cada paso que daba. De hecho, ya no le pesaba nada. Se fue desvistiendo mientras avanzaba hacia su habitación. Era tarde ya, y apenas entraba luz por la ventana. Apretó el interruptor. La despertó. Se fijó en ella mientras se daba la vuelta hacia el armario para colocar su ropa. Allí estaba, tumbada, medio despeinada después de tres horas durmiendo, con un ojo abierto y media sonrisa en la boca después de haberle reconocido, a la vez que se estiraba, rodando como una croqueta por la cama. Preciosa.

Sentía una tranquilidad infinita. Se moría por meterse ya a la cama, pero sabía que tenía tiempo de sobra para hacerlo, asi que se lo tomó con calma. Ahora no había lugar para la ansiedad. Nada se iba a mover de su sitio. Colocó la ropa, y se puso una camiseta fina, cómoda. Apartó la sábana y se acostó, mientras la observaba. Ella tenía los ojos cerrados, pero seguía despierta, buscándole con su cuerpo, como dejando un hueco a su lado que pedía ser ocupado.

La acarició suavemente la mejilla y la besó con delicadeza. Ella apenas le devolvió el beso, ya con la luz apagada, y cada vez más dormida. Él se acurrucó en ella, la apretó contra si mismo, y se termino de recostar en su pecho. Ella le puso la mano en la nuca, casi como si de un animalillo se tratase.

¿Como podía oler alguien tan bien? Siempre se lo preguntaba. En otras condiciones, habria querido hacerle el amor, y lo hubiera intentado, recibiendo probablemente una negativa cariñosa por la otra parte, pero hoy estaba demasiado cansado como para intentar decirla que la quería de la manera mas sincera que él conocía.

Volvió a sentir ese calor familiar que antes le había parecido reconocer al entrar en la casa. Ahora le había calado completamente, y lo llevaba dentro. No podía ser mas reconfortante. Era un calor que le daba sentido a lo anterior. Ya no le parecía que había vivido un día duro, solo, que había vivido. Y eso estaba genial. Ahora, lo estaba.

Sonrió, la dio un beso donde la curvatura de su pecho empezaba a ser obscena, y simplemente empezó a dormirse...

miércoles, 28 de abril de 2010

Ingenua felicidad

No necesitaba saber que era alguien vulgar. ¿Que bien le puede hacer a alguien descubrir su propia vulgaridad?

Esta bien conocer las limitaciones de uno, los fallos, o los defectos, siempre que el conocimiento de estos aporte algo util. Esta bien conocerlos, para aceptarlos, y crecer como persona, y todo ese rollo, pero hay cosas, que es mejor no saber, porque simplemente, no se pueden aceptar.

No querría enterarme nunca de que el número ganador del euromillón se correspondía con el boleto que perdi 3 dias antes del sorteo. No me haría ningún bien que viniese un puto hada y me dijera que si en vez de negarme, hubiera ido a aquella fiesta, habria conocido a una chica famosa, preciosa, y forrada, que me hubiera hecho feliz el resto de mi vida. Mierda, ni si quiera me apetece oir lo extremadamente bien que se lo pasaron mis amigos ayer cuando salieron por la noche mientras yo me quedaba en casa porque estaba aburridamente cansado.

Pero, de este tipo de cosas, simplemente te acabas enterando. Aunque no quieras. Tampoco quería saber que habia algo mucho mejor mas allá de todo lo que yo conocía. No pedí darme cuenta de que mi concepto de felicidad habia sido tan conformista a lo largo de tanto tiempo. No quería descubrir lo parco que resultaba el diccionario si pretendías sacar de él adjetivos que describieran tu belleza.Nunca pretendí descubrir nada de esto, lo prometo.

Pero viniste tú, y me lo enseñaste. Y ahora, soy como ese niño pequeño, que antes estaba tranquilo, pero que, de repente, ve el camión de sus sueños paseando por la zona de juguetes del Corte Inglés, y no para de patalear y llorar para que sus padres se lo compren, porque no puede hacer otra cosa para conseguirlo.

Yo soy como ese niño pequeño. Llevo mucho tiempo pataleando, y llorando sin sentido. Porque te quiero desde que te ví. Te quiero de una manera irracional. Te quiero de una manera visceral, trascendente, existencial, y todos los adjetivos ridículos y sin sentido que le quieras poner detrás. Y además, te quiero para mí solo. Te quiero de la manera más egoísta que te puedas imaginar. No quiero verte feliz junto a otro, quiero verte feliz junto a mi.

Y aunque ya me he cansado de patalear y de llorar, yo, como ese niño pequeño, tampoco puedo hacer otra cosa.

lunes, 26 de abril de 2010

Vísceras

Me levanté. Apoyé mis manos sobre el mismo banco, y me levanté. Una hora antes, algo tan sencillo como levantarme de aquel simple banco, se me antojaba imposible, me parecía ridículo. Una hora antes, cuando el mundo se me había echado encima, creía que moriría ahí. Creía que no sería capaz de soportar la vergüenza y el dolor que me supondría el levantar la cabeza de entre mis piernas, y abrir los ojos. Una hora antes solo existíamos ese banco, y yo. Pero eso era una hora antes.

Después, se me pasó. Simplemente me levanté de aquel banco, y comencé a andar. Al principio, mirando al frente, mirando a nada en especial. Sentía una extraña sensación de paz, de tranquilidad. Algo parecido a esa calma que siente el que no tiene nada más que perder. El que no puede sufrir más. Andaba como si me acabaran de dar una paliza de muerte, de estas que te marcan la cara y te hacen sangrar aparatosamente, y que, cuando acaban, te hacen sentir bien como pocas veces te has sentido en tu vida, cuando por fin puedes notar, en calma, el áspero y frío roce del suelo contra tu mejilla. Andaba como si hubiera acabado de sufrir la derrota mas ineludible que te puedas imaginar, ese tipo de derrota que se ríe a carcajadas de todo el esfuerzo que pusiste para intentar, ingenuamente, evitarla. Andaba sin ninguna esperanza, sin ninguna expectativa. Simplemente andaba. Y estaba bien. Podría haber andado durante horas.

Noté un par de gotas sobre mi cabeza. Era curioso, no habia reparado en lo oscuro del ambiente, en que habia dejado de hacer sol. Era irónico. Era gracioso. Comenzó a llover, pero seguí con el mismo paso tranquilo de antes. Me gustaba la lluvia. Estaba cómodo. Daba igual que pensaran los demás, ahora daba igual, no me fije ni en uno solo de ellos, al contrario de otras veces, cuando sus miradas me reprimían y me ataban. Pero ahora no. Ahora estaba cómodo.

Seguí mi camino hasta el metro. Me dejé llevar todo lo posible por las escaleras mecánicas hasta el andén, y me senté en un banco de piedra, en uno que todavia estaba vacío. Por primera vez en todo mi camino, miré a la gente. Mirar, solo eso, nada más. Simplemente mirar.

Y estaba bien. Hasta que algo amenazó mi tranquilidad. Empecé a sentir asco. Un asco profundo, un asco que aumentaba cuanto más me fijaba en él. La ropa, la postura, la música alta del movil, pero sobretodo su mirada. Me estaba mirando fijamente, amenazante, intentando intimidar, intentando infundir miedo. Me daba un asco indescriptible. Que coño se puede tener en la cabeza para ir por ahí con la única meta de infundir miedo a los demás, de interrumpir su calma, de joder, de hacer el mal, de marcar el puto territorio como si de un puto perro se tratase. En que mierda debe de estar pensando cada vez que hace algo así, en que mierda piensa cada vez que desprecia a cualquier concepto bonito de este puto mundo con su mera existencia. Me encantaría meterme en ese cubo de basura que tienen por cabeza y experimentar por unos segundos lo que les lleva a actuar de esa manera tan repugnante.

Su mirada me reventaba. En otras ocasiones, habría conseguido su propósito, pero ahora no. Hoy no. Hoy simplemente me reventaba. Yo estaba bien, ¿por que tiene que venir él a cambiar eso? No sabe con quien se mete. Algun día se topará con un loco que le tire a las vias del metro. Quizá ese loco pueda ser yo. Estaría bien. Volvería a estar bien. Tirar a ese gilipollas a las vías del metro. Le haría un favor al mundo. Me encantaría tirarle.

El gilipollas apartó la mirada, a la vez que aspiraba los mocos, haciendo un gesto de tipo duro. Menudo tipo duro de mierda. Pero que te puedes esperar de un tío que se compra las camisetas con brillantes de la sección de mujer.

Por fin, el metro llegó. Volvia a estar bien. Me quedé de pie, en el fondo, apoyado en la pared. Dos paradas más tarde, decidí sentarme en el suelo. Desde ahi, reparé en una chica. Me llamó la atención poderosamente.

Era tremendamente fea. Tendría apenas 18 años. Estaba gorda, pero gorda de verdad, de esas gordas que no dan lugar a ambigüedades a la hora de usar un adjetivo sobre su peso. Gorda, como poco. Llevaba unas gafas a medio camino entre culo de vaso y gafas de abuela que no le favorecian nada a sus ojos extremadamente pequeños y separados. Tampoco su nariz estrecha y con aspecto de estar mal acabada al final le hacía ningún favor, pero lo peor era su boca. Su boca, con dientes medio amarillos, y alargados como si de las teclas de un piano desgastado se tratasen, era lo que la mataba definitivamente. Esa boca que hacía de su cara una eterna y perpetua mueca que no inspiraba más que estupidez y fealdad a cada segundo que era observada. Si, lo peor era la boca.

Se me empezaron a revolver las tripas. Dios. Que haría yo si naciese así. Que hace nadie cuando nace así de mal. La chica se debería suicidar. Quizá reviva, y nazca con otro cuerpo, y pueda disfrutar antes de una segunda oportunidad. No sé, yo es lo que haría. Es una posibilidad remota, pero hay que intentarlo. Cuando naces así, no hay más.

Ese día me fui a la cama dándole vueltas al tema. Imáginate por un momento que naces así. Que nada más nacer ya estas muerto. Ya eres mierda. Joder, yo si fuese asi de feo, me suicidaría. O eso pensé en ese momento, mientras, simplemente, cerraba los ojos, y me dormía, solo me dormía...

miércoles, 21 de abril de 2010

Detrás de la puerta

Lo confieso. No he dejado de hacerlo. Siempre a escondidas, cuando nadie me ve, lo he seguido haciendo todo este tiempo. Todos y cada uno de los días de todos estos años, sin excepción.

Lo sé, es terrible. Por eso me escondo, lo oculto. Que pensarían si me vieran haciendo tal aberración. Quién se lo podría imaginar. Quién me podría comprender. Quien me podría aceptar, quién me podría no juzgar.

Nadie. Es imposible. Es de esas cosas que solo te atreves a hacer cuando tienes la certeza de que nadie te ve, cuando tienes la puerta cerrada, con el pestillo echado, y estás solo en casa. Porque de otra manera, si te pillaran, sería demasiado vergonzoso. Es algo tan deleznable, que ni siquiera lo dices en alto, porque si te lo callas, parece menos real, parece que no existe, que no ocurre, que no pasa. Solo oírlo, aunque sea de tu propia voz, te ruborizaria, y te asquearía. Pero en el silencio, en la oscuridad, se hace más llevadero, se diluye. Parece que si no lo dices, nunca ha pasado.

Y piensas, que quizás, si lo dejás ahí mucho tiempo, un día, por arte de magia, dejará de ser real de verdad. Desaparecerá. Se te olvidará. Y dejarás de hacerlo. Y dejarás de atormentarte por ello.

Pero nada más lejos de la realidad. Es como meterse completamente debajo de las sábanas cuando creemos que hay un monstruo en la habitación. Es como montar una fiesta de máscaras habiendo un asesino en serie suelto por el típico instituto americano de las pelis. Es algo como eso. Es algo ridículo. Solo que en este caso, es peor. En este caso, el monstruo, es de verdad. En este caso existe. Y, si le das la espalda, te aseguro, que te comerá.

Te lo digo por experiencia. Y si no sabes de que te estoy hablando, entonces, deberías darte la vuelta ahora mismo.

lunes, 19 de abril de 2010

"Te quiero"

El amor duele porque la gente no sabe lo que es. Y como la gente no sabe lo que es, no sabe cuando quiere, o cuando deja de querer. Y se rompen expectativas, y se acaba mintiendo sin querer, y al final, todo malo. Todo, por no identificarlo.

Y se nota fijándose en los momentos en los que lo expresan. En los momentos en los que se dice el tan tópico "Te quiero". Tan sencillo, y tan mal dicho. Y es que no solo es tópica la expresión en si, si no que las situaciones en las que se presenta lo son aun más, y se convierte en algo desdibujado e irreal.

Está muy bien decir "Te quiero" en cada mensajito bonito que escribes. Esta bien decirlo dando un paseo un dia soleado de verano por el Retiro justo después de haberla dado un beso en los labios. Esta bien decirselo mientras, después de una noche romántica, la desnudas, descubriendo cada milímetro de esa piel blanca que temes como el primer día y que solo te sientes capaz de recorrer con una suavidad y adoración estrictas que unicamente se dedican a las cosas más bonitas. Esta bien decirla un "Te quiero" cuando, después de veinte minutos de más, la ves aparecer, resplandeciente, desentonando con cada rostro común y simple que sale del metro, y con una sonrisa dedicada que da sentido a los veinte minutos de más, y a los 20 años que llevas de vida. Está bien decir "Te quiero" antes, durante, y despues de un polvo de esos de los que incluso son capaces de darle una trascendencia que no se merece a aquella cancion de Alejandro Sanz donde cantaba eso de "es una experiencia religiosa".

Decir "Te quiero" en esas ocasiones, esta bien. Esta bien, pero es facil. Y lo fácil, no vale mucho.

Di "Te quiero" después de un punto y seguido en forma de portazo. Dilo en esos malos días suyos en los que la mandarías a tomar por culo por no hacerte ni caso. Dilo cuando te grita defendiendo una causa irremediablemente equívoca y defendida sin razón alguna. Diselo cuando te deja con el calentón porque ella decide cuando sí, y cuando no. Diselo cuando te ofende por no saber apreciar ese detalle que con tanto esmero habías encontrado para ella. Diselo cuando a ella se le olvida decirtelo.

Diselo, diselo con cada detalle y con cada gesto que de ella quieres, cumpla o no los ideales que se supone tiene que cumplir siempre. Diselo así, porque, decirlo cuando un puñado de hormonas recorre nuestro cuerpo, nos encoge el corazón, y nos corta la respiración...Lo hace cualquiera. Y tu, lo que quieres decirla, no es solo que la quieres, sino que la quieres como nadie puede hacerlo.

PD: En primera persona hubiera quedado mejor, pero tengo cierta tendencia a hacer ensayos a lo filosofico, algun dia lo cambiaré...

martes, 13 de abril de 2010

Hastío

Piensa en uno de esos dias malos, oscuros, frenéticos hasta llegar al caos perverso, uno de esos días que solo pueden recordarse grises porque los colores no quieren ensuciarse pintando tal aberración. Uno de esos dias que resultan casualmente fatídicos despues del cúmulo de despropósitos más inverosímil que te haya podido acontecer. Uno de esos días que simplemente son malos, porque sabias que asi seria desde el primer momento en el que fuiste consciente de que estabas en él.

Resumiendo. Piensa en un dia de putisima mierda, un dia insalvable en todos los sentidos, un dia feo, repulsivo. Todos hemos tenido ese tipo de dias. Y todos, alguna vez, sabiamos al levantarnos de la cama, que nos esperaba un dia asi.

Y es duro. Es duro madrugar, levantarse cansado, y hacer frente a este hecho. Es duro estar en la cama y despertarse al sonido de la alarma, una alarma que te suena más como un burlón y molesto pistoletazo de salida, un pistoletazo que marca el comienzo de una agónica carrera. Y por agónica no me refiero a competida, si no a que sabes que te caerás a mitad de ella y que el público se va a reir de ti, pero que acabarás aunque sea arrastrandote y sin voluntad, porque no hay otro camino, porque la tienes que acabar.
Es duro arreglarse delante del espejo sabiendo que la cara de asco no te la vas a dejar de ver en todo el dia, peines como te peines. Es duro desayunar, aunque sea solo media galleta María cuando estás en algo que te da tanto asco que casi quieres vomitar. Es duro salir por esa puerta, y pensar, que solo te acabas de levantar, que el dia acaba de empezar, que el refugio de tus sábanas lo dejas atrás, y que no podrás volver a él hasta dentro de lo que sabes te parecerá una eternidad.

Y más duro es, volver, y saber, que las mejores escasas 7 horas del día, son las que pasas dormido, hasta el dia siguiente, que será igual.

lunes, 29 de marzo de 2010

...

Le gustaba lo que veia. Era como algo sencillo, pero elaborado. Como algo bien hecho, redondo, cuidado, que no tiene detrás un esfuerzo exagerado que lo restrinja ni lo encadene, no, se notaba que era natural, libre, de esas cosas que las ves, y parecen fáciles, aunque sabes que no lo son, pero te lo parecen.

Era algo normal, algo que aparentemente cualquiera podría hacer, o daba esa sensación, pero a la vez transmitía algo que abrumaba, algo que hipnotizaba, algo que te sacaba de tu cuerpo y te hacía sentir cosas que ahí dentro no serían posibles.

La magia de su trascendencia residia en su tremenda simpleza. Era como ese tipo de cosas, tan pequeñas pero tan grandes a la vez, que no se pueden comprender, solo admirar, pero no importa. Aunque no se le pueda dar un nombre, un sentido específico, da igual, porque uno sabe al contemplarlo, que, simplemente, hay cosas que tienen que ser así, porque tienen que ser así, y no hay más. Y te sientes tranquilo. Por eso no hace falta comprenderlo. Se comprende solo, son cosas que tienen sentido por si mismas.

Y se te olvida lo que estabas pensando. Y se acaba. Pero su fugacidad es parte del encanto de este tipo de cosas, con su principio y su final. No necesitás más. Así es perfecto.

Cuando ella dejó de reir, él se dio cuenta de que no tenia ni puta idea de lo que le estaba contando su amigo desde hacia lo que a él le pareció una eternidad.

-¿Perdona, qué decías?

jueves, 4 de marzo de 2010

Bolsa de basura

Me hace gracia la gente que se llena la boca de palabras grandes y valores fuertes, llamativos y utópicos y como los defienden a capa y espada en conversaciones intrascendentales, para luego incumplir todos y cada uno de ellos en cada misera acción que hacen en su dia a dia.

Me hace gracia como la gente se apunta sin dudarlo a grandes actos solidarios casi obligados, pregonando además, que es lo lógico y lo correcto, y como luego, es imposible atisbar el menor rasgo de solidaridad hacia los demás en el resto de pequeñas y no tan pequeñas cosas que hacen.

Me hace gracia que la gente no se dé cuenta de hasta que punto se mienten a si mismos para cumplir con la deseabilidad social existente, y cómo cuando, estos mismos, defienden, por ejemplo, que el físico no es importante, una vez terminan de hablar contigo, vuelven junto a su grupo habitual, que, cosas de la vida, suele estar formado por gente guapa.

Me hace gracia como la gente comprende y resalta la dificultad y complejidad de su vida, sus consecuencias, y los actos que resultan de éstas, y como a la vez se ven capaces de juzgarte a ti por un acto o hecho aislado que, sin duda alguna, no puede tener otra explicación que la que es evidente, claro está.

Me hace gracia la facilidad con la que la fama precede a la persona, y como los rumores, las palabras, la necesidad de ponerle un nombre a las cosas, y la rapidez para juzgar de las personas, son capaces de volver negro o blanco toda la paleta de colores de cualquier cuadro, así, de un plumazo.

Me hace gracia como gentuza que esta a cien mil metros por debajo de tus pies es capaz de ignorar su propio hedor y su propia bajeza extrema y sacar valor para mirarte con repulsión,desdén o incluso superioridad, y que jamás se den cuenta de lo tremendamente irónico y gracioso del asunto.

La gente tendria que grabarse en video. Un dia entero. Una semana. Y luego verlo. Verse. A lo mejor asi se dan cuenta de quien son, y no solo del color de sus ojos o como esta su pelo hoy. Aunque creo que aun asi seria mucho pedir.

Cuanta gente dejaria de poder mirarse en un espejo si supieran realmente quienes son y no se creyeran solo lo que quieren ser.

Gracias a Dios, la gente normalmente solo usa eso, el espejo, para conocerse. Asi por lo menos, estan a salvo.

martes, 16 de febrero de 2010

Ella

No era nada superficial. Todo lo contrario. Se consideraba un tio que iba más alla. Que no miraba el físico, que eso no era determinante para él, que lo de fuera solo era un mero cascarón. "Vamos, si lo que nosotros vemos en realidad no existe, solo son ondas interpretadas por nuestro cerebro", le gustaba decir de cuando en cuando, yendounpocodelisto, yendounpocodemaduro, yendounpocomenosdegracioso, aunque, de qué artículo de qué revistucha del cual se acordaba solo vagamente y del cual había sacado su frase, eso, no se lo decía a nadie.
Tampoco creía en los flechazos o amores a primera vista, ni en nada que se le pareciera, claro.

El caso es que el tio estaba muy seguro de sus ideas al respecto. Y tenia suerte de que fuera asi, y que, casualidades de la vida, alguien feo como él, no le diera importancia al físico por razones grandes y abstractas que poca gente era lo suficientemente valiosa como para ver, y que no lo hiciera por necesidad o mecanismo de defensa, no, por eso no era. Seguro que no. Si él hubiera sido guapo, pensaría igual. Seguro que si.

Pero entonces apareció ella, y todo se fue a tomar por culo. ¿Que qué ella?. Ella, simplemente ella. Seguro que la conoces. Siempre hay una Ella. Todos tenemos una. No importa como seas, duro, frio, cariñoso, alto, bajo, o de otro planeta. Todos tenemos una Ella que mandó a tomar por culo todo lo que teniamos como seguro. Una Ella que sabes que es capaz de darte todo, o de destrozarte por completo, pero de la que nunca te esperas que te haga las dos cosas seguidas, no hasta que es demasiado tarde.

Esa Ella fue la que apareció. Él no estaba preparado, pero nunca se esta preparado para algo asi. Solo atinó a meterse dentro de sus ojos y girar la cabeza inconscientemente mientras ella pasaba por delante suyo, hasta encontrarse casi dado la vuelta al volver a la consciencia. En realidad, ni si quiera la habia visto bien. Le acababan de robar 5 segundos de su vida, no sabia que habia pasado, no sabia quien era, y no sabia que un monton de pilares en su cabeza se acababan de derrumbar ni sabia en ese momento el tiempo que le costaría barrer los escombros.

Entonces solo se dio cuenta de una cosa, y es que, hay cosas tan bonitas, que tienen que ser buenas por cojones

Version alternativa:

Nunca había sido superficial. Nunca, hasta que la vio a ella. ¿Que qué ella?

Ella. Solo Ella. Seguro que la conoces. Hablo de esa chica a la que más miedo tienes. Esa chica que sabias que te podia dar todo, o que podia quitarte mas de lo que tenias.

Esa chica que nada mas verte te roba las llaves de tu alma, esas de las que no tienes copia, y se las queda para siempre. Y te da igual, porque si no te las hubiera robado, se las habrias dado, deseoso de que las usara y entrara, a hacerte el hombre más feliz del mundo, o a destrozarte la vida, da igual, pero que las usara, porque quieres a esa persona dentro de ti, sea de la manera que sea

PD: Llevo tiempo pensando como hacer para que me quede bien, pero asumo la derrota y lo dejo asi, en un par de borradores mal puestos

martes, 9 de febrero de 2010

Agujeros de zapatillas

Las cosas se gastan de usarlas. Todas, siempre, continuamente. Pero eso no significa que dejen de cumplir su función. Acuérdate de esas zapatillas nuevas y preciosas que te compraste y que de usar tanto, tanto, acabaron sucias, mugrientas, rotas, con la suela despegada y un agujero en la punta del dedo gordo.

¿Pero las tiraste por ello? No. Seguían sirviendote para lo que servían. Las habias moldeado, eran cómodas, las conocías, habian pasado mas de 1 año junto a ti, habian huido, perseguido, corrido, saltado, tropezado, y se habian levantado siempre contigo. Te molestaba profundamente que tu madre insinuara que te obligaría a lavarlas. Con ellas no tenias que disimular, su suciedad era tu suciedad, y no habia nada que ocultar. No te avergonzaba ese agujero, porque ese agujero tenia razones e historias detras que tu y nadie más habia vivido. Ese agujero, ese vacio en medio de la zapatilla, lo habías hecho tú, le tenías un cariño especial, incluso te gustan mas con él que si estuvieran nuevas. Y las usaste hasta que tuviste que usarlas, ni más, ni menos.

Lo malo viene cuando uno cree que puede ignorar el desgaste que produce el uso sobre las cosas. Cuando uno cree que podrá jugar a ser Dios y, simplemente arreglarlas. Y poner un parche negro dentro de la zapatilla para que no se vea el calcetín asomar al andar. O echarle Superglú a la suela para que vuelva a quedar "perfecta". Pero el negro del parche no es el mismo que el de la zapatilla, y con el superglú ahora notas la suela desnivelada por la punta, y te jode un huevo y parte del otro. Y al final, tus zapatillas, ni son nuevas, ni son viejas, ni nada. Son un remiendo que estuvo destinado a fracasar desde el principio. Un simple quiero y no puedo.

Si no quieres una zapatilla vieja con agujero, te compras otra, pero pretender que el agujero no existe, es rídiculo.

PD: Esto estaba un poco en proceso, pero me fui a la calle y se me olvidó como queria escribirlo en realidad. Lo pongo, y quizá, algun dia me acordaré. Pero iba a molar mucho más, eso seguro.