domingo, 30 de mayo de 2010

Victima

De bromas pesadas

martes, 25 de mayo de 2010

Adiós

Solo fueron eso. Palabras. Palabras como las demas, con las mismas letras del abecedario que todas las demás. Igual de perecederas que los momentos a los que pertenecieron. Momentos, solo eso. Pequeños, fugaces. Pero te empeñas en darlos trascendencia. Te agarras a ellos tanto tiempo después, cuando dejaron de existir en el mismo instante en el que ocurrieron. Fueron eso, y nada más. Nada más. Ni si quiera eres capaz de dibujarlos fielmente en tu recuerdo. Y aunque pudieras, que te aportaría. Nada. Recordarlos es solo una pérdida de tiempo. Una mala pesadilla, deformada por nuestra estupidez, nuestro egoísmo, y nuestra inmadurez. Recordar no es vivir. No se le parece en nada. Es como masturbarse y pretender sentir lo mismo que al echar un polvo. Frustrante y ridículo.

Lo que fue, fue. Y no es, ni será. Es imposible. Fue, y punto. No es tan dificil de entender. Pero tu has querido llevar la contraria a toda lógica durante demasiado tiempo. Has decidido definirte como persona a partir de algo tan poco tangible, tan transitorio, y tan ridículo, que has perdido todo el sentido común que antes tenías. Palabras, acciones, sentimientos. Todo forma parte del tiempo. Todo es humo, ambiguo, cambiante, inestable. Nos cuesta tan poco verlo cuando somos nosotros, pero nos cuesta tanto cuando nos pasa a nosotros. Somos tan tontos. Pero ya no más. Se acabó.

Fue un momento largo. Fue un momento bueno. Pero fue eso. Fue, y ya esta. Y ahora es, y luego, será. Y por eso ya no me preocupo más. Creo que estoy tranquilo. He sido estúpido, pero ya no más. Es como si estuviera triste todo el rato por no estar eufórico las 24 horas del dia. Ridiculo, irreal, imposible.

Me he dado cuenta de que jamás tuve la posibilidad de alargarte. De que todo cambia. Solo fueron eso, palabras. Palabras de las que queda el eco. Pero el eco, no es lo mismo que las palabras, igual que el tú que yo recuerdo, que no es ni la sombra de lo que fuiste, ni de lo que ya no eres. Y ahora lo sé. Por fin sé como acaba esto. Por fin me doy cuenta de que me salté el final, hace tantisimo tiempo. Pero hoy lo cierro. Y ya no hay más intriga, no hay mas duda, no hay más oscuridad. Hoy sé que ya acabé. Así que, supongo, que puedo empezar otra cosa.

He descubierto que sigo respirando. Como lo hacia antes, lo hago ahora, y lo haré despues. Es lo único que no cambia. Respiro. Respiro igual. Vivo igual. Y cuando deje de hacerlo, ahi se quedará, como todo lo demás. Pero mientras, habrá que avanzar. Seguir respirando. Seguir viviendo. Pasar mas momentos. Momentos. Nada más.

Solo fueron eso. Gracias. Adiós.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Como a unas 15

Ya está. Terminó. Acababa por fin de poner el último nombre de esa lista improvisada. Ya iba a poder responder con exactitud a la mítica pregunta. No la había hecho por fardar, ni había sido algo premeditado, pero la conversación con su amigo le sugirió tal idea. Al fin y al cabo, tampoco estaba mal hacer una lista de todas las mujeres a las que se había follado, si solo la iba a ver él y nadie más. Y que coño, nunca viene mal tener clara esa cifra en una noche de borrachera en la casa de un amigo. En realidad era culpa de los putos deberes de matemáticas. No había quien se concentrase con ellos.

Volvió a mirar la lista de nombres, ahí, puestos en columna, rodeados por un montón de cuentas e integrales, erroneas todas ellas. Empezó a leerla, asimilandola un poquito más. La verdad es que no era muy larga. Era normal. Incluso le gustaría que fuera algo más corta, total, de algunas no se acordaba ni intentandolo, y de otras, mejor no acordarse. Ahora, otras estaban bien, joder, no hay que pasarse.

Pero algo le llamó la atención. Había un nombre que destacaba sobre los demás. No había puesto cuidado en la escritura de ninguno, casi ni miraba al papel mientras hacía la lista, solo recordaba, y su mano, se movía. No entendia, entonces, el por qué de las diferencias en ese nombre. O quizás sí.

Lilian. Ahi estaba, limpio, recto, y sobretodo, con la primera letra en mayúscula. Era el único que tenía la primera letra mayúscula. Siempre hacía lo mismo. En listas, en examenes de geografía, y similares, por alguna extraña razón, siempre se le olvidaba poner la mayúscula al principio. Le pasaba en todo lo que no fueran escritos. Siempre. Menos esta vez. Lilian. No podia ser otra. Se acordó de algo que decía su profesor de primaria "Pepe va con mayúscula, porque no es un burro". Que gilipollez. Pero le sirvió para aprenderselo bien en su momento. No sabía porque le venía esa frase a la cabeza.

Lilian. No era bueno acordarse de ella ahora. No era su intención. El inconsciente, tan sincero como siempre, le había jugado una mala pasada, pero él, que era muy listo, se hizo el tonto, y siguió haciendo cuentas.

Volvió a hacer una integral, esa que rodeaba la famosa lista, y que tantas veces había repetido. Tardó 20 minutos, pero, por fin, llegó a un resultado, y tenía buena pinta. Lo cotejó con el resultado dado por el profesor. Mal. Otra vez mal. No había hecho una sola cuenta bien en las 5 horas que llevaba ahí plantado. O eso le parecía a él. Era pronto todavia, pero no merecía la pena, asi que decidió recoger, y dormirse. Prefería suspender despierto y tranquilo, que dormido y de mala hostia.

Recogió todo. Echó un último vistazo antes de dormirse. ¿Tenia todo? Malo sería que no hubiera guardado el DNI en la mochila. Mientras revisaba, volvió a ver su lista, ahí, sola, encima de la mesa. La guardó con cariño en cierto cajón, y tranquilo, se acostó.

No tenia muy claro por qué guardaba eso, pero le gustaba. Le hizo sentir seguro, a salvo. Lilian. Hacía mucho tiempo de eso ya. Respiró hondo. Lilian. "Mierda", pensó. Se le acaba de olvidar a cuantas se había follado. ¿Eran catorce? ¿Dieciseis? Mañana lo miraría otra vez. O mejor no. Así es más bonito...

miércoles, 12 de mayo de 2010

Sentido

Hoy he llegado a la conclusión de que soy totalmente superficial. Superficial a todas luces, con todas las letras de la palabra. Ni "lo importante es lo de dentro", ni poyadas de esas, todo eso es mentira. Llámame superficial de mierda si quieres, sí. Pero no es culpa mía.

Siempre lo había sospechado, pero hoy por fin me he convencido de ello. Y el caso es que, he tardado demasiado en darme cuenta, aun a pesar de que mi superficialidad era lo que me daba razones para levantarme de la cama todos estos años. Me daba razones para seguir, para mejorar, para vivir. De la razón de mi superficialidad se extrapolaba el sentido que yo le he dado a mi vida todo este tiempo. Y hasta hoy no lo he descubierto, pese a vivir con respecto a ello.

Y vale, he tardado mucho, pero en realidad, no habría sido dificil verlo, si me hubiera fijado más atentamente antes. La respuesta al por qué, simplemente estaba ahí, delante de mis narices, presente en el dia a día, y yo, como un imbecil, no supe verla, leerla, interpretarla, ni aprenderla, pero solo el mero eco de la misma ya era suficiente como para darme un poquito de sabiduría, a pesar de mi tremenda ignorancia, y seguir animandome a buscarla.

Y ha sido culpa tuya. Como siempre. Tantas veces he hablado de ti, y tantas veces te he despreciado sin darme cuenta. Pero una vez más, has sido tú.

Es como si la belleza del mundo se canalizara a través de ti y de cada uno de tus gestos. Es como si todos esos conceptos bonitos que no vemos, los del bien, la felicidad, la bondad, y demás, se hicieran realidad en ti, como si fueras la imagen que hace palpable el recuerdo, el video de una historia, la prueba de un hecho. Eres la verdad que confirma una realidad mucho más grande, y, sin embargo, tú, en tu singularidad, eres mucho más valiosa que todo eso que representas, al ser tú su principio y su final, la prueba de su veracidad, el sentido de aquello de lo que tu eres bandera.

Y lo mejor de todo, es que no puedes evitar serlo. No lo haces a propósito, ni posiblemente podrías dejar de hacerlo aunque quisieras. Simplemente lo eres, porque lo eres. Eres algo tan grande que tú misma eres el sentido de tu propia existencia. Como lo es la vida. Como lo debería ser el hombre. Por esto, eres incorrompible, irrefutable, innegable e incuestionable. O al menos, lo es lo que tu expresas, lo que transformas en hechos, lo que en ti se convierte en carne.

Y no puedes evitarlo. No puedes evitar expresar todo eso. Para saberlo basta con observar tu simple sonrisa de niña pequeña, tan ingenua por su sinceridad. O cada postura que pones, como cuando tienes frío, y te encoges. O cada gesto que haces cuando interpretas, cuentas, o explicas. Cada mirada a los ojos, como casi sin darle importancia. Como tu actitud, pausada, triste, jovial cuando quieres. Como tu.

Basta con observarte. Cada aspecto de ti es pura plasticidad. Es la acción de la belleza, y no solo sus palabras. Eres todo eso. Y estabas delante mío todo este tiempo, poniendomelo fácil, pero quizá yo no estaba preparado para verte. Quizá no estaba preparado para apreciarte. Pero ahora sé lo que busco. Sé que existes, y sé que mereces la pena. Aunque sea solo para observarte, merece la pena levantarse de la cama cada día, cada mañana.

La belleza es el sentido, y por ello, tú, eres el mío. Llámame superficial, si quieres.

lunes, 3 de mayo de 2010

Calor

Nada más entrar le acarició una sensación de calor reparadora, extremadamente agradable. Era un calor conocido, envolvente, suave, casi cariñoso. Podia notar como le recorría cada parte de su cuerpo hasta encontrarse enteramente sumergido en él.

Atrás quedaba el frío de la calle, la pesadumbre de las travesías grises de la ciudad que ese día había recorrido las suficientes veces como para no saber encontrarlas un mísero adjetivo bonito. Atrás quedaba ese viento cortante que juega a congelarte el alma, esa rapidez del dia a dia tan intimidante por su sin sentido, ese sentimiento de incomodidad perpetuo típico de los días precedidos por una muy mala noche.

No habia sido un dia malo, solo un dia duro. Un dia necesario, y duro. Pero ese día duro, se había quedado atrás, fuera, al otro lado de la puerta. Ahora solo habia calor.

Ya no le pesaba cada paso que daba. De hecho, ya no le pesaba nada. Se fue desvistiendo mientras avanzaba hacia su habitación. Era tarde ya, y apenas entraba luz por la ventana. Apretó el interruptor. La despertó. Se fijó en ella mientras se daba la vuelta hacia el armario para colocar su ropa. Allí estaba, tumbada, medio despeinada después de tres horas durmiendo, con un ojo abierto y media sonrisa en la boca después de haberle reconocido, a la vez que se estiraba, rodando como una croqueta por la cama. Preciosa.

Sentía una tranquilidad infinita. Se moría por meterse ya a la cama, pero sabía que tenía tiempo de sobra para hacerlo, asi que se lo tomó con calma. Ahora no había lugar para la ansiedad. Nada se iba a mover de su sitio. Colocó la ropa, y se puso una camiseta fina, cómoda. Apartó la sábana y se acostó, mientras la observaba. Ella tenía los ojos cerrados, pero seguía despierta, buscándole con su cuerpo, como dejando un hueco a su lado que pedía ser ocupado.

La acarició suavemente la mejilla y la besó con delicadeza. Ella apenas le devolvió el beso, ya con la luz apagada, y cada vez más dormida. Él se acurrucó en ella, la apretó contra si mismo, y se termino de recostar en su pecho. Ella le puso la mano en la nuca, casi como si de un animalillo se tratase.

¿Como podía oler alguien tan bien? Siempre se lo preguntaba. En otras condiciones, habria querido hacerle el amor, y lo hubiera intentado, recibiendo probablemente una negativa cariñosa por la otra parte, pero hoy estaba demasiado cansado como para intentar decirla que la quería de la manera mas sincera que él conocía.

Volvió a sentir ese calor familiar que antes le había parecido reconocer al entrar en la casa. Ahora le había calado completamente, y lo llevaba dentro. No podía ser mas reconfortante. Era un calor que le daba sentido a lo anterior. Ya no le parecía que había vivido un día duro, solo, que había vivido. Y eso estaba genial. Ahora, lo estaba.

Sonrió, la dio un beso donde la curvatura de su pecho empezaba a ser obscena, y simplemente empezó a dormirse...