lunes, 3 de mayo de 2010

Calor

Nada más entrar le acarició una sensación de calor reparadora, extremadamente agradable. Era un calor conocido, envolvente, suave, casi cariñoso. Podia notar como le recorría cada parte de su cuerpo hasta encontrarse enteramente sumergido en él.

Atrás quedaba el frío de la calle, la pesadumbre de las travesías grises de la ciudad que ese día había recorrido las suficientes veces como para no saber encontrarlas un mísero adjetivo bonito. Atrás quedaba ese viento cortante que juega a congelarte el alma, esa rapidez del dia a dia tan intimidante por su sin sentido, ese sentimiento de incomodidad perpetuo típico de los días precedidos por una muy mala noche.

No habia sido un dia malo, solo un dia duro. Un dia necesario, y duro. Pero ese día duro, se había quedado atrás, fuera, al otro lado de la puerta. Ahora solo habia calor.

Ya no le pesaba cada paso que daba. De hecho, ya no le pesaba nada. Se fue desvistiendo mientras avanzaba hacia su habitación. Era tarde ya, y apenas entraba luz por la ventana. Apretó el interruptor. La despertó. Se fijó en ella mientras se daba la vuelta hacia el armario para colocar su ropa. Allí estaba, tumbada, medio despeinada después de tres horas durmiendo, con un ojo abierto y media sonrisa en la boca después de haberle reconocido, a la vez que se estiraba, rodando como una croqueta por la cama. Preciosa.

Sentía una tranquilidad infinita. Se moría por meterse ya a la cama, pero sabía que tenía tiempo de sobra para hacerlo, asi que se lo tomó con calma. Ahora no había lugar para la ansiedad. Nada se iba a mover de su sitio. Colocó la ropa, y se puso una camiseta fina, cómoda. Apartó la sábana y se acostó, mientras la observaba. Ella tenía los ojos cerrados, pero seguía despierta, buscándole con su cuerpo, como dejando un hueco a su lado que pedía ser ocupado.

La acarició suavemente la mejilla y la besó con delicadeza. Ella apenas le devolvió el beso, ya con la luz apagada, y cada vez más dormida. Él se acurrucó en ella, la apretó contra si mismo, y se termino de recostar en su pecho. Ella le puso la mano en la nuca, casi como si de un animalillo se tratase.

¿Como podía oler alguien tan bien? Siempre se lo preguntaba. En otras condiciones, habria querido hacerle el amor, y lo hubiera intentado, recibiendo probablemente una negativa cariñosa por la otra parte, pero hoy estaba demasiado cansado como para intentar decirla que la quería de la manera mas sincera que él conocía.

Volvió a sentir ese calor familiar que antes le había parecido reconocer al entrar en la casa. Ahora le había calado completamente, y lo llevaba dentro. No podía ser mas reconfortante. Era un calor que le daba sentido a lo anterior. Ya no le parecía que había vivido un día duro, solo, que había vivido. Y eso estaba genial. Ahora, lo estaba.

Sonrió, la dio un beso donde la curvatura de su pecho empezaba a ser obscena, y simplemente empezó a dormirse...

3 comentarios:

Catacrak dijo...

Borrador escupido 2

tze tze dijo...

pues me gustan tus borradores escupidos :)

clara dijo...

me encanta